Confieso que soy un friki. Pero un friki clásico, no como los bufones de crónicas marcianas ni como esa gente apestosamente estereotipada que por tener una rareza ya se autodenomina así.
Sólo creo en el rol, los videojuegos y el comic. Esas son las bases de mi vida. Pero soy un anacronismo. El rol ya no se juega con papel y lápiz, los templos del videojuego han ido cerrando poco a poco bajo el peso de las videoconsolas y el comic, bueno, el comic está más muerto que el músico del sobaco de Carmen de Mairena. Soy una especie en peligro de extinción y nadie va a mover un dedo por evitarlo.
Yo me crié viendo Comando G y Mazinger Z, tuve un spectrum a los 5 años y disfruté con él durante al menos 9 años de mi vida. Me he tragado horas y horas de anuncios a cambio de ver mi serie favorita y pasé interminables esperas mirando como avanzaba el cuenta vueltas de mi cassette. Sabía perfectamente cuantas vueltas duraba cada juego, sabía que éstas variaban del sanyo al philips e incluso la relación aritmética que había entre ellas.
Camelot warriors, Abu Simbel Profanation, Green Beret, Cobra, Operation Wolf, Cazafantasmas, Atic Atac, Night Sade (y la gloriosa técnica filmation), Target Renegade, Double Dragon, etc...
He crecido viendo las pelis de Schwarzenegger y Stallone, iba incluso a los estrenos. Aún recuerdo lo bien que lo pasé cuando vi Terminator 2.
Apenas salía a la calle, aunque siempre soñé con ser futbolista, primero delantero, luego portero y cuando me harté de golpearme las rodillas y de que me dieran balonazos decidí que mejor defensa para que la leña la diera yo.
Pero fui creciendo y llegué al instituto y comprendí que lo de ser futbolista iba a tener que dejarlo para la siguiente reencarnación. La adolescencia fue una época increíble. Aprendí lo que aún me cuesta asumir, la mujer a la que amas siempre te prefiere como amigo y al final siempre se va con otro mucho más estúpido que tú.
Escuchabamos heavy metal: extremoduro, metallica, AC-DC... yo en eso era más rarito, me gustaba Queen, respetado por todos los heavies que lo escuchaban en la intimidad pero teniendo que soportar el peso del desprecio hacia la ambigüedad sexual de su lider que para colmo de males se hizo célebre entre el populacho por morir de SIDA.
El VIH nos jodió un montón la verdad, aquella libertad sexual que pregonan en tono de leyenda y que yo no termino de creerme los que vivieron en los 60 y principio de los 70, yo nunca la conocí. Aunque me temo que tampoco hubieramos tenido mucho más éxito si hubieramos vivido en aquella época.
A nosotros nos tocó el paro más cualificado de la historia, la subida descomunal del precio de la vivienda que nos obligaba a quedarnos en casa de nuestros padres estudiando como locos y viendo como la generación de nuestros padres, el que podía y quería, se hacía de oro gracias a la especulación inmobiliaria. Y todavía no había llegado el euro...
Descubrí el rol en el año 94, jugando a aquelarre y a la llamada de Cthulhu. Más tarde llegaría vampiro la mascarada y el rol en vivo, una experiencia realmente alucinante. Incluso tuvimos nuestro instante de gloria cuando la prensa sensasionalista se inventó lo del asesino del rol para desprestigiarnos en una campaña que costó millones de pesetas. Siempre he pensado que si hubieramos empleado nuestros esfuerzos roleros en cualquier otra cosa hubieramos llegado a lo más alto, pero hubiese sido mucho más aburrido.
Leí el señor de los anillos, el nombre de la rosa y sinuhé el egipcio y aunque no tendría paciencia para hacerlo de nuevo, han sido las lecturas más influyentes de mi vida. Deboraba comic y me encantaba. Lobezno, spiderman y el castigador eran mis favoritos. Y estaba los manga, esos pequeños libritos llenos de imaginación en blanco y negro que a veces había que leer del final hacia el principio para respetar la edición original: ranma 1/2, 3x3 ojos, los caballeros del zodiaco, bola de dragón... Y sus versiones televisivas.
Vestía camisetas negras, vaqueros, botines (zapatillas deportivas dicho en sevillano) y camisas de leñador. Bebíamos cerveza y haciamos botellón cuando aquello estaba aún totalmente descontrolado. Recuerdo las aglomeraciones de gente en la que te encontrabas a todo el mundo en los jardines de murillo. Pero queríamos socializarnos no teníamos más que 500 pesetas para salir y en las discotecas no nos dejaban entrar nunca. Además había que guardar un poco para diskettes vírgenes y para el cine. Vimos como los viejos cines de menos de una decena de salas fueron desapareciendo poco a poco y se convertían en supermercados.
Mi padre compró un pc en las navidades del año 92 y volví a creer en diox. Me devané los sesos pero al final hice trampas para pasarme el indiana jones, el monkey island, el día del tentáculo. Me creía Luke Skywalker mientras jugaba al x-wing y el rey del mundo jugando al civilization.
Mi ciudad dobló su población desde que yo nací y las distancias se hicieron enormes pero aún así no tuve coche hasta los 22 y era el hombre más afortunado de la galaxia, ya que mi padre me lo pagaba todo. Luego llegó internet, nuestro último refugio y el proyecto gnu que nos ha dado algo en lo que creer y las redes p2p que me permiten escuchar la música que quiero, ver las pelis que da la gana, comunicarme con los amigos de los que me he alejado y tantas otras cosas...
Al final me terminé disolviendo en la telaraña de la normalidad. Como magistralmente me dijo mi amigo Juan Carlos, me caen tan mal los canis como los pijos, pero al menos los pijos tienen la ventaja de que no te quieren pegar.
Aquí me véis, a mis ventidemasiados, descubriendo los juegos de rol masivos online rodeados de adolescentes imberbes y descerebrados como lo era yo y trabajando de lo lindo para sacar 4 a la hora de trabajo y pagar una hipoteca de 800 al mes y sigo teniendo el mismo coche de tercera mano que me compró mi padre y que ya está a sus 14 años que se cae de viejo (mi coche no mi padre.) Y sin novia...
Este post va dedicado a mis amigos más freakies: Juan Carlos, Ignacio, Javi Capelo, Paco Abato y Flavio.
