Llevo mucho tiempo gestando este post y se lo he prometido a mucha gente, así que no tenía más remedio que escribirlo.
El de los genéricos es un tema que ha creado mucha polémica y problemas sanitarios interminables. Todo viene a partir de una guerra abierta entre dos facciones...
Eje científico-comunista: Este sería el eje del mal según la terminología bushiana. A partir de la década pasada ha ocurrido una revolución sin precedentes en la historia de la medicina. Es lo que se ha dado en llamar "la medicina basada en la evidencia." Esta consiste en que cada actuación médica, debe ser clasificada según un grado de evidencia en función de la calidad y los resultados que hayan aparecido en los estudios estadísticos. Cada pastillita que damos debe tener al menos un buen estudio, sobre todo ensayos clínicos, que haya demostrado su eficacia. Este tipo de medicina sólo está al alcance de los médicos que estudian mucho y permanecen actualizados. El resto, permanece fuera debido a su ignorancia. Los estudios se hacen con la sustancia en cuestión y no con una marca comercial en concreto, arrebatando el caracter mágico que tenían los productos de nombre de fantasía. Y resulta difícil para los laboratorios demostrar que su nuevo producto mejora a los que ya existen y han demostrado su eficacia. Por eso, a un médico que hace medicina basada en la evidencia le da igual el nombre que tenga el producto, lo que le interesa es que reciba la sustancia que ha demostrado su eficacia.
Junto a esto, apoyado por el sistema público de salud que no puede mantener el gasto farmaceútico, aparecen los fármacos genéricos. Desprovistos de los más elementales sistemas de marketing, presentan la sustancia a precio mucho más económico que su equivalente de marca. No se nos puede olvidar, que existen organismos oficiales que se dedican a velar porque todos los fármacos, genéricos o no, tengan una cantidad homogénea de fármaco. Es decir que cada pastilla lleve la cantidad de fármaco que debe llevar, siempre con unos márgenes bastante amplios... Por eso, un buen médico, hoy día, debe prescribir por principio activo (nombre de la sustancia sin especificar ninguna marca comercial, genérica o no) que tenga al menos un nivel evidencia clase a o b avalado por estudios científicos.
Eje farmaceútico-capitalista: Aquí estarían los laboratorios farmaceúticos. Se trata de algunas de las empresas más poderosas del planeta. Acostumbradas a enriquecerse a costa de los enfermos de todo el mundo resultan ser un mal necesario. Paradójicamente son las principales fuentes de dinero de los estudios científicos y de investigación farmaceútica. Aunque también resultan estudios que van buscando promocionar sus productos. Es muy importante que existan fuentes de financiación pública para estos estudios, que permitan garantizar su independencia. La aparición de la medicina basada en la evidencia y los medicamentos genéricos han supuesto una merma fundamental en los ingresos económicos de estos laboratorios. El gobierno de este país ha puesto unos precios máximos para cada fármaco para evitar el abuso de los laboratorios. Esta medida, proteccionista donde las haya, ha tenido una consecuencia inmediata, se han creado una serie de incentivos económicos para los médicos por recetar marcas farmaceúticas que no superen el precio máximo. Para contrarrestar esto, los laboratorios han puesto todas sus armas de marketing en funcionamiento para desprestigiar a los medicamentos genéricos, ante la imposibilidad de demostrar científicamente que sean peores que sus productos. Y esta campaña ha calado hondo en los sectores con menor cultura. Tanto de pacientes como de médicos. Los pacientes prefieren creer esta mentira como excusa para no tener que cambiar su caja de pastillas, que tiene ya características casi mágicas y los médicos que han recibido favores económicos durante años de los laboratorios, lo que se denomina tarugueo, tampoco quieren perder sus ordenadores, bolis, pdas, cenas en restaurantes, turismo de congreso ¡incluso coches!
Aquí se produce uno de los principales conflictos... Por un lado el paciente que no tiene que pagar la medicina, no quiere que le cambien la caja de sus pastillas ya que supone un esfuerzo que no le reporta ningún beneficio y por otro lado el médico no tarugo, que ve como tiene que soportar una disminución de sus ingresos económicos para que el paciente egoísta tenga su cajita con la misma medicina mucho más cara, aparte de que supone una violación flagrante del principio ético de la equidad. El médico de la sanidad pública es además gestor de los recursos que tiene a su disposición y responsable del buen uso que hace de ellos. Y mientras, los pacientes no dudan en poner reclamaciones cada vez que el médico les receta por principio activo siguiendo las indicaciones de su empresa.
Sólo existe una excepción para seguir prescribiendo el medicamento "caro" y es el caso de aquellos abuelitos que son demasiado viejos como para tener un buen cumplimiento si se les cambia la presentación, y no lo suficientemente viejos como para que un cuidador se encargue de administrarle su medicación. Ese pequeño grupo está previsto por el servicio de salud y por eso permite un pequeño porcentaje de prescripciones que no son por principio activo sin menoscabar el sueldo del médico.
Y luego están los farmaceúticos. Ahora de ellos y sus acuerdos con las empresas, depende la marca del medicamento que se prescribe y a ellos deben ir los esfuerzos promocionales de los laboratorios que antes invertían en los médicos. Todos sabemos que un farmaceútico dueño de una farmacia posee una fuente de ingresos mucho mayor que la de los médicos del servicio público a los que no les hace gracia que los frutos tarugueo ahora sean para otro...
Sin contar, doy gracias a mí amiga Rocío como fuente de inspiración de este post, el esfuerzo que supone para los dependientes de farmacia dar el fármaco que el paciente requiere. Y el conflicto que surge cuando la farmacia no tiene existencias de la marca comercial que requiere el paciente y hay que darle otra marca alternativa... La farmacia ha dejado de ser ese sitio tranquilo y entrañable que todos recordamos de la serie de Antonio Mercero...
Espero, con todo este rollo haber echado algo de luz, sobre un tema que poco a poco espero que deje de ser polémico... Y espero que nunca tengáis que hacer uso de la pastilla gorda de 100 que aparece en la foto...